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Con la llegada de la primavera, millones de personas comienzan a notar molestias típicas de las alergias estacionales. En España se calcula que más de 8 millones de personas padecen alergia al polen, especialmente durante esta estación. A nivel global, la rinitis alérgica estacional (también conocida como fiebre del heno) afecta aproximadamente a un 20% de la población en países occidentales.

Pero ¿por qué la primavera desencadena estas reacciones? En esta entrada explicaremos de forma accesible por qué se producen las alergias primaverales, qué síntomas causan (principalmente rinitis, conjuntivitis y asma alérgica) y qué tratamientos existen para aliviarlas. También veremos cómo las pruebas de laboratorio (analíticas de sangre) pueden ayudar a identificar a qué alérgenos somos sensibles, y cómo un tratamiento personalizado – ya sea farmacológico o mediante inmunoterapia (las “vacunas” contra la alergia) – puede mejorar e incluso eliminar los síntomas con el tiempo.

¿Por qué la primavera desencadena alergias?

La alergia es básicamente una respuesta exagerada del sistema inmunitario frente a sustancias normalmente inofensivas. En primavera, la exposición a pólenes de plantas (árboles, gramíneas, malezas) es el desencadenante más común de rinitis y conjuntivitis alérgica.

Estas partículas de polen son reconocidas erróneamente como “invasores” por el organismo de las personas alérgicas. En consecuencia, el sistema inmune produce anticuerpos de tipo IgE específicos contra esos alérgenos. Cuando el individuo se vuelve a exponer al polen, esos anticuerpos se unen al alérgeno y desencadenan la liberación de sustancias químicas inflamatorias (como la histamina) desde ciertas células inmunitarias llamadas mastocitos. La histamina y otros mediadores son los responsables directos de los síntomas de la alergia – por ejemplo, la histamina produce estornudos, picor de nariz, goteo nasal y lagrimeo. En resumen, una alergia se inicia cuando el sistema inmunitario confunde una sustancia inocua con un peligro y monta una respuesta defensiva inapropiada.

Esta predisposición a reaccionar de forma exagerada tiene un componente genético y ambiental. Es más frecuente en personas con antecedentes familiares atópicos, y factores como la contaminación ambiental o cambios en los patrones de exposición a microbios podrían influir en el aumento de las alergias. De hecho, en las últimas décadas la prevalencia de alergias ha ido en aumento a nivel mundial.

La primavera actualmente tiende a iniciar antes y con mayor carga de polen en el aire (posiblemente influido por el cambio climático), lo que explica en parte que cada año más gente experimente síntomas alérgicos fuertes en esta época.

Diagnóstico: cómo saber a qué somos alérgicos

Ante la sospecha de alergia estacional, el primer paso es acudir al médico (idealmente al especialista en Alergología) para una evaluación. El diagnóstico de la alergia se basa en identificar la causa desencadenante y confirmar la participación del mecanismo inmunológico IgE. En la consulta, el alergólogo realizará una historia clínica detallada (preguntando por la estacionalidad de los síntomas, situaciones que los empeoran o mejoran, antecedentes familiares, etc.) y una exploración física. Pero confirmar a qué alérgeno se es sensible requiere de pruebas específicas.

Las dos formas más habituales de demostrar la sensibilización alérgica son:

  • Pruebas cutáneas de alergia (prick test): Consiste en colocar pequeñas gotas de extractos de alérgenos comunes (por ejemplo, polen de gramíneas, olivo, ácaros del polvo, epitelio de animales, etc.) sobre la piel del antebrazo o espalda, y pinchar suavemente para que penetren superficialmente. Si la persona tiene IgE contra alguno de esos alérgenos, en 15-20 minutos aparecerá una roncha (habón) rojo y elevado en el sitio correspondiente. Es la prueba más sensible y de resultado inmediato. Un prick test positivo confirma la alergia IgE-mediada a ese elemento.
  • Análisis de sangre de IgE específica: Mediante una muestra de sangre, se puede medir directamente la cantidad de anticuerpos IgE específicos frente a determinados alérgenos. Es una alternativa útil cuando no se pueden hacer pruebas en la piel (por ejemplo, en pacientes con afecciones cutáneas, en niños muy pequeños, o si han tomado antihistamínicos que bloquean la reacción cutánea)
  • También permite cuantificar el nivel de sensibilidad. Existen perfiles que abarcan varios alérgenos a la vez (p.ej., un panel de pólenes) y pruebas más amplias como Phadiatop® o ImmunoCAP®, que detectan de forma general la sensibilización a neumoalérgenos frecuentes. Un resultado positivo en estas pruebas de IgE específica en sangre tiene alta especificidad y, valorado junto con la historia clínica, confirma la alergia.

Adicionalmente, en un hemograma común es frecuente encontrar eosinofilia (elevación de eosinófilos, un tipo de glóbulo blanco) en pacientes alérgicos. Una IgE total elevada en sangre también puede aparecer en personas atópicas. Sin embargo, tanto la IgE total como los eosinófilos son marcadores inespecíficos: su elevación sugiere una causa alérgica pero no identifica el alérgeno concreto y pueden ser normales en muchos alérgicos.

¿Necesitas un diagnóstico o un tratamiento a domicilio?

El manejo de las alergias estacionales a menudo implica acudir a diversos centros para realizar pruebas diagnósticas (análisis de sangre, visitas al especialista) o recibir tratamientos. En Nurdoc ofrecemos un servicio sanitario a domicilio que puede facilitar mucho estos pasos a los pacientes alérgicos. A través de su servicio de analíticas a domicilio, es posible realizar extracciones de sangre en casa para llevar a cabo los estudios necesarios de alergia – por ejemplo, medir IgE total, IgE específicas frente a distintos alérgenos, hemograma con eosinófilos, entre otros. De este modo, el paciente no tiene que desplazarse al laboratorio; una enfermera de Nurdoc acude al hogar, realiza la extracción de forma profesional y segura, y la muestra se envía al laboratorio para obtener los resultados. Contar con esta comodidad puede acelerar el diagnóstico de la alergia y animar a más personas a confirmarlo, en lugar de resignarse a “tener un catarro eterno” cada primavera.